Son las 9 de
la mañana. Llegamos a un centro educativo a las afueras de Madrid. Como no
tienen salón de actos, nos indican dónde está el aula donde vamos a realizar las
dos intervenciones teatrales. La primera antes del recreo y la segunda después del
recreo.
Colocamos el
espacio: pizarras al fondo, campanas cerca de dónde se va a sentar el público,
el balón en el centro , unas camisetas entre las sillas del público (que en
realidad no serán público, sino protagonistas de la acción),sudaderas, gorras y
camisetas de deporte colgadas entre las pizarras.
A lo lejos
escuchamos el bullicio de un numeroso grupo de niñ@s con sus mochilas. Natalia
les indica donde pueden dejar las mochilas y entrega al profesorado una pequeña
guía de actividades para realizar en el aula días después de la intervención.
Comienza la
intervención. Como en casi todos los centros, exceptuando las intervenciones a
madres-padres y profesorado, el grupo-aula se mueve en sus sillas y hablan, el
profesorado no sabe si hacerles callar o por el contrario dejarles, ya que han
escuchado que preferimos que no intervengan frenando sus necesidad de
expresarse.
Tras una
breve introducción musical en vivo, David y Patricia empiezan a coger sus
mochilas y a dejarlas amontonadas en el escenario. Las niñ@s (o chic@s) siguen muy de cerca lo que hacemos
con sus mochilas y no pueden evitar levantarse o decir que esa es la suya.
A partir de
ese momento, cualquier cosa que suceda en la intervención, tiene que ver con ell@s. Con sus mochilas sobre el escenario, ya
no se sienten como público, sino como parte de lo que va a suceder.
David y
Patricia, eligen equipos. El gran protagonista de la acción, un balón de basket
pintarrajeado con nombres y frases, pasa del actor o de la actriz a una niña,
un profesor o a la jefa de estudios. Saben que en cualquier momento, les
podemos pasar el balón. A veces, tanto el alumnado como el profesorado, al
tener el balón entre sus manos, se sienten tan reconfortad@s que no lo sueltan.
¡A tod@s nos gusta que nos pasen el balón!
Con sus
mochilas como protagonistas en el escenario y un balón que en cualquier momento
puede ser suyo, la atención impera en el aula.
De esa parte
dinámica y desenfadada, pasaremos a la historia de Sara y Alberto. Normalmente,
cuando llega ese momento, el silencio es absoluto. El profesorado se ha
olvidado de su rol de cuidador/a y está ya, junto al alumnado, inmerso en la
historia.
Muchas
veces, los ojos más emocionados son los de una profesora o de un profesor que
está en ese momento en la intervención. Y ese diálogo horizontal que se
establece entre los actores y la actriz , el grupo-aula y el profesorado, posibilita
que un alumno/a, que hasta ese momento no había verbalizado que sufría
situaciones parecidas a las de “Sara” (protagonista de la intervención), se
arme de valor, nos interrumpa y diga en voz alta “ESO ME HA PASADO A MI”.
Este hecho,
a lo largo de año y medio realizando intervenciones, ha sucedido tanto en
primaria, como en secundaria como en la función para adultos.
Tras un
gesto espontáneo de este calibre, la intervención cobra un sentido que nada
tiene que ver con una acción teatral, sino con un momento íntimo compartido
entre tod@s.
En una
ocasión, en una intervención para adolescentes, en mitad de un monólogo de la
actriz, dos chicas se levantaron y cruzaron todo el espacio dirigiéndose a la
puerta. Hay que mencionar que era una intervención en un salón de actos para
más de 100 adolescentes. La actriz sorprendida dejó de hablar y les miró
atónita. Ellas, con lágrimas en los ojos dijeron que ahora volvían, que se iban
al baño a llorar.
Tras más de
50 intervenciones teatrales, podemos decir que las reacciones tanto del
alumnado como del profesorado, nos siguen sorprendiendo y llenando de emoción. Muchas
veces ha resultado muy difícil continuar con la intervención, tras tantos actos
valientes y solidarios.
Nunca podré
olvidar, la mirada de una madre en una intervención para madres-padres y profesorado.
Tocó tantas veces la campana, ante la mirada del resto de madres y padres, que
parecía un grito de socorro. La emoción de ese acto, tocar la campana, lo
estaba diciendo todo sin necesidad de explicar nada.
Nos resulta
muy difícil expresar en esta pequeña crónica, tantos gestos, miradas, actos,
frases y emoción que habéis compartido con nosostr@s.
Expresaros,
desde el equipo de Intervenciones Teatrales, un agradecimiento inmenso, y
reconocer, que gran parte de lo que hoy en día es “Señales en el patio”, vienen
de esas frases, comentarios, testimonios que habéis tenido el valor de
compartir con nosostr@. (continuará)